Cuestión de confianza

escuelas_del_futuro Arrancan las elecciones al Parlament de Catalunya. Algunos recordaremos la época del Tripartito como aquella en la que el Departament d’Educació estuvo comandado por una especie de veleta que se movía según vinieran los aires. Ernest Maragall, Conseller del Departament ha demostrado durante todo su mandato, una de dos, o que la importancia que da a la Educación es poca, muy poca, o que es un gestor nefasto que se mueve guiado por la más pura improvisación. Jamás se le ocurrió consultar con los profesionales que somos los que estamos en las aulas a pie de trinchera. En una clase lo quisiera yo ver.

Muchas han sido las acciones del Conseller que nos han disgustado a los profesionales, podría citar muchas pero voy a centrarme en la última.

Los centros de Primaria podían solicitar la jornada intensiva para los últimos días de curso. La experiencia nos hace pensar que los niños y niñas en esa época están cansados y el calor aprieta en las aulas. Algunos desconocen que en las escuelas no hay aire acondicionado y que, en muchas nos asamos de calor trabajando en muchas ocasiones en aula por encima de los 30º C y también nos congelamos en aulas donde la calefacción no funciona adecuadamente y en las que se pierde calor por todos lados porque los cerramientos están obsoletos o deteriorados y las calderas están en condiciones inadecuadas. Pero esta es otra lucha.

Los maestros partimos de la base de que la escuela no es un servicio de aparcamiento y que, por tanto los alumnos acuden a ella para aprender y para ello se necesitan unas premisas básicas. Así, igual que los Equipos Directivos  intentan elaborar horarios racionales dentro de las posibilidades, en los que las áreas estén bien distribuidas y aquellas que demanden más dificultad estén situadas en las primeras horas, consideramos que  ciertas condiciones climatológicas dificultan los procesos de aprendizaje de los alumnos.

A lo que iba, Ernest Maragall, suprimió de un plumazo la jornada intensiva del alumnado para este curso. Debo decir que para el alumnado era intensiva y para el profesorado era continuada. Es decir, trabajábamos las mismas horas pero teníamos una menos de docencia que era la que, por decirlo de alguna forma, el alumno se ahorraba. Así, el alumnado hacía de 9 a 13 horas y el profesorado de 9 a 15 horas.

Ante la irracional imposición del Departament, el profesorado se cuadró y decidió suspender las salidas de día entero y las colonias. Esta medida ha resultado bastante impopular pero yo pido a los que no son docentes que utilicen la empatía, que sean capaces por un momento de ponerse en nuestro lugar y entonces les preguntaría:

  • ¿Quiénes de ustedes trabajaría en un día de excursión una hora más sin remunerar y sobre todo con la responsabilidad que conlleva sacar a unos alumnos fuera del centro?. 
  • ¿Quiénes de ustedes se iría de viaje con su empresa y trabajaría las 24 horas, dejaría abandonada su familia sin cobrar ni para los gastos de móvil para ver cómo están sus hijos, porque las dietas son irrisorias, y con una gran responsabilidad durante 3 ó 4 días?.

Evidentemente siempre lo hemos hecho, básicamente por dos motivos. Primero, porque creemos en la importancia de las salidas en el proceso de aprendizaje y, segundo porque tenemos alma de ONG, el voluntariado  ha primado siempre entre los docentes, porque trabajamos con personas a las que llegamos a querer y a las que llegamos a considerar como parte de nuestra vida. Pero, ¿qué acaba siempre sucediendo? que lo que uno hace porque quiere, llega un momento en que se olvida y ya se sabe, lo olvidado ni pagado ni agradecido.

En muchos centros hubo problemas con los padres porque no aceptaban que suspendiésemos las salidas. En ningún momento los padres se posicionaron junto a nosotros entendiendo las razones que nos llevaron a tal medida. A veces nos da la impresión de que lo único que interesa a la mayoría de progenitores es que sus hijos estén recluidos en el centro escolar cuantas más horas mejor.

Ahora, Ernest Maragall recula y da a los centros la posibilidad o no de acogerse a la Jornada Intensiva. No dudo que las presiones de las empresas que se dedican a la organización de salidas pedagógicas y colonias no haya tenido nada que ver. Muchos comen de nuestro voluntarismo.

Lo que me ha motivado es escribir esta entrada no ha sido nada de lo anterior. He escuchado en la radio a un P residente de alguna Asociación o Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos, no he conseguido quedarme con cuál de ellas, en las que decía que los padres habían perdido la confianza en el profesorado. Sobre esa cuestión, únicamente dos cosas:

  • Como madre: no sé si dejaría a mis hijas en manos de alguien en quien no confío
  • Como docente: hace tiempo que el profesorado perdió la confianza en muchos de los padres.

Afortunadamente aún hay familias en las que confiamos y con las que vamos al unísono en la educación de una infancia que es el futuro de este país.

2 respuestas to “Cuestión de confianza”

  1. Te entiendo muy bien. Cuando mis hijos estaban en edad escolar, luché siempre por la jornada continua. Todos me miraban como a la loca del barrio, ellos lo que querían eran tener a sus hijos entre más tiempo mejor. Por culpa del dichoso colegio, los mayores tuvieron que dejar el Conservatorio, y mi hijo empezó tarde. En cuanto a que los políticos escuchen a los profesores o padres, mejor te sientas, estuve diez años en el Apa del Conservatorio, y jamás escucharon nuestros ruegos, ni los de los profesores, así va todo de c… Besitos, no me quiero atacar más.

  2. Efectivamente Pepi, mejor no atacarse que no se consigue nada. Un beso

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